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viernes, 12 de diciembre de 2008
El diccionario aragonés rescatado del olvido
El diccionario aragonés rescatado del olvido
No estaba olvidado. El diccionario de voces aragonesas más antiguo que se conserva, de José Siesso de Bolea, ha dejado de ser un manuscrito celosamente guardado en la Biblioteca Nacional. El profesor José Luis Aliaga ha realizado una edición anotada de la obra.
MARIANO GARCÍA. Zaragoza
Durante décadas, el ‘Borrador de un diccionario de voces aragonesas’ de José Siesso de Bolea ha sido un misterio, un arcano, un frontón en el que se estrellaban, una y otra vez, lexicógrafos de toda ley. Prueba de ello es que para elaborar los once volúmenes del recién presentado ‘Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español’, Lidio Nieto y Manuel Alvar dicen haber consultado todos los diccionarios, glosarios y repertorios que han podido encontrar fechados entre el siglo XIV y 1726. Todos menos uno, debido a la dificultad de su lectura: el de Siesso de Bolea.
El hecho de que el original esté lleno de tachaduras y adendas, y que para revisarlo y editarlo sea necesario alguien con amplios conocimientos geográficos, culturales y lingüísticos de Aragón, explicaba hasta ahora que, pese a ser una joya lexicográfica de primera magnitud, permaneciera como un manuscrito más, catalogado con el número 12.670 en la Biblioteca Nacional.
Pero a Antonio Pérez Lasheras, director de Prensas Universitarias de Zaragoza; a Chusé Aragüés, editor de Gara d’Edizions; y especialmente a José Luis Aliaga, profesor de la Universidad de Zaragoza, el reto, pese a ser titánico, no les asustó. Y por eso ahora acaba de ver la luz la obra de Siesso de Bolea, en edición de Aliaga, que ha aportado el estudio introductorio y un aluvión de notas atinadas y esclarecedoras. El libro, que hace el número 2.801 de la Institución Fernando el Católico, incluye un cedé en el que se reproducen los microfilmes de los manuscritos de Siesso de Bolea que guarda la Biblioteca Nacional.
“Era un erudito aragonés, originario de Leciñena y afincado en el Arrabal de Zaragoza -asegura José Luis Aliaga-. No se sabe mucho de él, salvo que poseía una nutrida biblioteca, que se codeaba con la élite cultural de su época y que tenía un alto concepto de sí mismo y de su trabajo: promovió juicio para que se le reconociera su hidalguía. Pero, al margen de estos detalles, fue un adelantado a su época. El suyo, además, es el primer diccionario dialectal de todo el ámbito románico”.
De Siesso de Bolea se conoce algún soneto y unas octavas que no han pasado, con justicia, a la historia de la literatura española. Y Latassa menciona que fue autor de un compendio de lógica que dejó manuscrito y no ha llegado a nuestros días. Pero a principios del siglo XVIII, cuando la recién constituida Academia de la Lengua Española anunció que preparaba su primer diccionario, Siesso de Bolea se ofreció a enviar el léxico propio de Aragón. Paradójicamente, los tres manuscritos que se conservan en la Biblioteca Nacional no parecen ser los documentos enviados por el aragonés, sino su propio material de trabajo, sus apuntes personales. Dos de esos manuscritos permanecían hasta ahora inéditos.
“Uno, el catalogado con el número 9.227, es un listado de voces aragonesas que él sacó de libros publicados en la Edad Media y el Renacimiento -relata José Luis Aliaga-. Son 72 folios, 144 páginas, 9.000 voces sin definir, extraídas para su posterior tratamiento lexicográfico”.
Más interesante resulta el manuscrito 12.670, el ‘Borrador de un diccionario de voces aragonesas’, con 4.000 entradas perfectamente definidas. Un número superior al de algunos diccionarios aragoneses elaborados con posterioridad y que hoy son considerados ‘clásicos”. Todo un tesoro.
“La verdad es que constituye una documentación absolutamente original -subraya Aliaga-. La inmensa mayoría de sus definiciones coinciden con lo que apareció en el primer diccionario de la Academia, lo que demuestra que fue una fuente principal. Sus definiciones eran escuetas y concisas, pero exactas. Pero eso, lejos de ser un defecto, en realidad era un claro exponente de modernidad”.
Mi Comentario
A veces la razón es tozuda y mas si se ha dejado algo escrito, por favor si a alguien le amarga pues que le ponga un poquito de miel
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