CEMENTERIO
Makarioi oi koimhqenteV en tw Kuriw Makárioi oi koimezentes en to kyrío
Bienaventurados los que duermen en el Señor
Réquiem eternam dona ei dómine, dale, Señor, el descanso eterno, dicen las primeras palabras de la misa de difuntos. Requiescat in pace, descanse en paz, es la despedida del difunto. El tema, el gran tema es el descanso. Pero no nos dejemos engañar por la traducción: requies viene de quies, quietis, quietud. De ese descanso se trata, no de sacudirse el cansancio como parece por el término que usamos, ni se trata tampoco de quedarse descansado. No es eso.
Esa misma idea se expresa en griego con el verbo koimaw (koimáo), de la que procede koimhthrion (koimetérion), que pasando por el latín coemeterium, acaba transformándose en nuestro cementerio. Coemeterium se pronunciaba en el latín hispano “cemeterium” (pl. cemeterios). De ahí a cementerio sólo quedaba un paso: el de dejarse atraer por caementum (cementum, cemento) que en origen era la piedra tosca y la argamasa empleadas en la cimentación (la parte visible se construía con materiales más nobles). Es de suponer que quienes así modificaron la palabra, alguna relación encontrarían entre el cimiento y las sepulturas. Quizá que del monumento funerario, la auténtica sepultura quedaba construida bajo tierra, y lo único que sobresalía era la parte ornamental (me refiero a las sepulturas nobles, porque al cementerio de los pobres se le solía llamar camposanto).
El verbo griego koimaw (koimáo) en voz activa significa extender sobre una yacija, acostar, meter en la cama, hacer reposar, hacer dormir, apagar, calmar, apaciguar. Son todos éstos significados transitivos, es decir que llevan objeto directo. En voz media y en voz pasiva significa acostarse, reposar, dormir. Desde siempre se empleó este verbo metafóricamente tanto en activa (hacer morir) como en pasiva (morir). Un eufemismo para referirse al sueño de la muerte. El latín tuvo que bifurcar el amplio significado de este verbo en los verbos dormire (Beati qui dormiunt in Dómino =Bienaventurados los que duermen en el Señor) y requiescere (descansar).
El término griego koimhthrion (koimetérion) no lo inventaron los griegos para denominar el cementerio, sino para referirse al dormitorio o lugar para dormir. Fue el cristianismo el que se apropió de la metáfora preexistente dándole al lugar de los enterramientos el nombre de dormitorio o lugar de descanso, afirmando así la fe en la resurrección. Se trataba con este nombre de transmitir la idea de que los difuntos cristianos no estaban propiamente muertos, sino en reposo (durmientes in Dómino, durmiendo en el Señor) en espera de la resurrección. Resurrecturi =”los que resucitarán” es el nombre escrito sobre la puerta de algunos cementerios.
He ahí una bellísima palabra que al tiempo que rehuye nombrar a la muerte por su nombre, sirve para definir toda una línea religiosa: la “resurrección de la carne”, la necesidad de enterrar a los muertos y el respeto a los cadáveres.
Mariano Arnal
2 comentarios:
Un post muy interesante,Boira.
La “resurrección de la carne”,para lso que somos creyentes y católicos, es lo que da sentido a que la muerte sólo sea un tránsito.
Sin la creencia en la futura resurrecion, seria vana no solo nuestra FE sino hasta nuestra propia exitencia, porque que sentido tiene nuestyra propia vida sin la creencia de esa resurrecion?
Un saludo Natalia
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