Monseñor Piris, Obispo de Lerida, es un Ladron




EL Obispo Piris, de Lerida, es un ladrón


miércoles, 11 de febrero de 2009

Apéndice


Apéndice

En el presente libro nos hemos referido a algunos documentos, que presentamos a continuación íntegramente: Folios de Nicolini, que junto a un material formado por artículos de periódicos y revistas fueron enviados a las Nunciaturas (también a Conferencias episcopales). En carta fechada el 18 de septiembre de 1984, John P. Foley, Presidente de la Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales, agradece a monseñor Giulio Nicolini, entonces en la Sagrada Congregación para los Obispos, la colaboración ofrecida: "nos ha sido verdaderamente preciosa en la preparación del material a enviar a las Nunciaturas Apostólicas en relación con el libro recientemente aparecido sobre la presunta muerte violenta del llorado Pontífice Juan Pablo I: 'In God's Name'".

Posteriormente, Nicolini fue nombrado vicedirector de la Sala de Prensa del Vaticano, cargo que ha ejercido durante varios años. Actualmente es obispo de Alba, en la provincia italiana de Cuneo.

Informe forense, a partir de los relatos del hallazgo del cadáver procedentes de testigos presenciales, por la Dra. Mariscal de Gante, del Instituto Nacional de Toxicología, de Madrid. El informe es semejante al del Dr. Cabrera, incluido íntegramente en el texto (cap. 3).

Análisis grafopsicológico del Papa Juan Pablo I, por el profesor Joaquín Alegret, del Departamento de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid.
Coloquio con Diego Lorenzi, ex secretario del Papa Juan Pablo I, entrevista realizada por Luciana Saibene (en "Eva Express", octubre 1980, 74 y 77).

Documento 1. Folios de Nicolini
El supuesto cambio en la cúpula eclesial
Para demostrar que Juan Pablo I no pensaba "revolucionar" la jerarquía vaticana, están los siguientes hechos muy precisos e incontrovertibles:
1. El 27 de agosto nombró al cardenal Jean Villot su Secretario de Estado.
2. El 28 de agosto confirmó en su cargo a todos los cardenales jefes de Dicasterios de la Curia Romana "para el quinquenio en curso". Esta fórmula deja claramente entender que, entonces, el Pontífice no pretendía hacer cambios, que sin embargo habrían podido perfectamente ocurrir al término natural de cada cargo.
3. Después de esta disposición general, regularmente publicada en L'Osservatore Romano, a cada cardenal jefe de dicasterio y a los prelados superiores de la Curia Romana, fue enviada la tarjeta oficial de confirmación.
4. Entre los jefes confirmados en su cargo están también aquellos que después ser n gratuitamente acusados de pertenecer a la P2.
5. La intención atribuida al Papa Luciani era en realidad contraria a su forma de ser. Como había demostrado en Vittorio Véneto y en Venecia, él usaba como dote pastoral primaria la prudencia. Antes de adoptar decisiones, reflexionaba, meditaba, sopesaba largamente. En un segundo tiempo, madurada su decisión, ponía moderadamente la firmeza, otra dote suya peculiar, que sin embargo armonizaba con la prudencia. Y siempre en el más absoluto respeto por las personas.
Hipótesis del alejamiento del cardenal Baggio
Es falso que quisiera enviar al cardenal Baggio como sucesor suyo a Venecia.
Le había confirmado en la Congregación para los Obispos y en la presidencia de la Conferencia del episcopado latinoamericano programada en Puebla.
El mismo cardenal Baggio ha desmentido secamente esa hipótesis, diciendo: "No sólo no me lo ha pedido. Pero, si me lo hubiera pedido, habría ido volando".

¿La Hermana o el Secretario privado?
No tiene ninguna importancia, en relación con la fantasiosa tesis del envenenamiento, que fuera la hermana o, como dice el comunicado vaticano, el secretario privado del Pontífice quien encontrara al Papa muerto.

En los documentos oficiales no se nombran, por costumbre, personas que revisten un papel no oficial. Por otra parte, es verdad que el secretario ha acudido rápidamente a la cabecera del Difunto. Y la no sustancial discrepancia no puede atribuirse a la voluntad del Vaticano de decir una mentira para esconder algo. Hay que imaginar el revuelo levantado por el imprevisto acontecimiento.

La conjura
La elección de Albino Luciani a la cátedra de Pedro fue recibida en el Vaticano con mucha simpatía. Y esta simpatía se fue manifestando ininterrumpidamente durante su breve mes de pontificado. De modo que su r pida e impensada desaparición fue causa de mucho dolor y añoranza.

Imaginar un ambiente propicio a conjuras, es imposible para quien vive en la realidad cotidiana del Vaticano.

Las relaciones entre el cardenal Villot - hombre de gran bondad y delicadeza - y el Papa Luciani, eran óptimas. Las fotos en las que aparecen paseando en los jardines vaticanos, han dado la vuelta al mundo...
El "caso Marcinkus" en aquella ‚poca ni siquiera se planteaba. Si alguna duda podía subsistir, habría salido en las reuniones cotidianas de los Cardenales previas al Cónclave, en las cuales ellos han tratado de la muerte del Papa. Ninguna duda subsistía, tanto que fue excluída la eventualidad de una autopsia, considerada superflua. No había motivo alguno para apartarse del relato del Dr. Buzzonetti.
Por otra parte, la salud del Papa Luciani era más bien enfermiza. Cierto tiempo antes había tenido una hinchazón en los pies. Sus familiares más cercanos no sólo no han tenido dudas sobre la naturalidad del suceso, sino que han citado tres casos análogos acaecidos precedentemente en su parentela.

"Folios" e Imitación de Cristo
Las hojas que le fueron encontradas en la mano después de la muerte no podían por tanto ser la lista de los jefes a eliminar.
Se trataba probablemente de apuntes de predicaciones o meditaciones precedentes. Confrontando su magisterio de Obispo en Vittorio Véneto y en Venecia con los discursos de las Audiencias generales del miércoles y de los "Angelus" dominicales, se nota fácilmente una correspondencia tanto en los conceptos como en las imágenes, con que él gustaba entretejer sus discursos.
La hipótesis de que el Papa tuviera en la mano la Imitación de Cristo no es una mentira del Vaticano. Ningún documento oficial ha hecho referencia a ello. Fue una voz nacida en el ambiente periodístico, sin la más mínima malicia, y recogida también en Radio Vaticana (que no tiene carácter oficial), la cual se apresuró después a desmentirla.

Mons. Giulio Nicolini

Documento 2. Informe Forense
"Del examen externo del cadáver puede deducirse que no se trata de una muerte violenta, sino aparentemente todo lo contrario, de una muerte placentera en la que no ha habido lucha ni dolor.

El fallecimiento por infarto va precedido de una sintomatología que sería resumidamente: opresión o dolor subesternal intenso y dificultad respiratoria; otras veces también se observa: debilidad, sudoración, náuseas y vómitos; así pues, la forma en que se halla el cadáver de Juan Pablo I no responde al cuadro propio o general del infarto de miocardio.

Opino que salvo que se tenga mucho conocimiento de los antecedentes clínicos o patológicos de un sujeto con historia clara de enfermedad conocida, no se puede sólo por el examen externo del cadáver determinar la causa de la muerte, siempre que se trate de una muerte no violenta, ya que, cuando es una muerte violenta, las lesiones orientan más.

En este caso, pues, y descartando desde un principio la ausencia de violencia, la única manera de determinar acertadamente y correctamente la causa de la muerte habría sido la realización de la autopsia".
Dra. Mariscal de Gante

Documento 3. Análisis grafopsicológico
Papa Juan Pablo I
Advertencia. Para el desarrollo de este análisis se parte de tres textos manuscritos:
a) carta publicada en la Revista fechada en Venecia el 5 de julio de 1976, constando de once líneas y firma, como Patriarca de Venecia.
b) carta original, dirigida a la "gentile Signorina Eddy", fechada en Alberoni 2 de agosto de 1978, consta de trece líneas en carta-postal particular de 16,7 x 10,7 cm.
c) inscripción en una estampa, 11 x 7,5 cm., con fecha del 3 de septiembre 1978, firmada ya como Papa Juan Pablo I.

INTELIGENCIA. Los automatismos mentales actuaban con gran fluidez y velocidad, pudiendo pasar fácilmente de un contenido a otro, lo que le permitía también fluidez de palabra; en él era muy relevante el gran Espíritu de observación y la captación del detalle y que, juntamente, con una notable profundidad de ideas, conseguía penetrar en el conocimiento de las cosas, personas y situaciones; extraordinaria concentración de la atención y facilidad en su aplicación, incluso extendiéndose a distintos campos u objetos a considerar simultáneamente; en la elaboración de sus conceptos tendía a la innovación, hacia la conquista de ideas nuevas, con el impulso de quien siente la necesidad de abrirse paso hacia el progreso y la transformación; este impulso venía movido por un sentido y sentimiento de seguridad, como base, y estimulado por la confianza y el optimismo; otro componente de su inteligencia era la fantasía e imaginación, pero controladas, aunque tenía ramalazos de exaltación mental, es decir, que algunos temas de su vida los convertía en fuertes vivencias, empapadas de sentimiento y de idealismo (correspondería a la sublimación de un sentido cristiano, a una vivencia mística); poseía gran capacidad de investigación, el deseo de escudriñar para saber y enterarse y ampliar sus conocimientos; se distinguía por el discernimiento, que es la cualidad que se deriva de saber distinguir; la claridad de ideas y la lógica formaban igualmente parte de sus automatismos mentales; dígase también del hábito de razonar y calcular debidamente las consecuencias y derivaciones y circunstancias de sus acciones hacia el futuro, lo que le hacía prudente y no impulsivo; por cuanto se está exponiendo, todo proyección gráfica en la escritura, era persona revestida de una gran capacidad para emitir juicios rectos, precisos, claros y profundamente cargados de humanidad.
SENTIMIENTO Y EMOTIVIDAD. Los sentimientos del analizado eran profundos, extraordinariamente delicados, llenos de ternura, de heteroconsideración y dominados, en general, por una también extraordinaria comprensión, mediante la cual buscaba de continuo la armonía, la paz en la convivencia y entender a los demás dentro de sus respectivas maneras de ser y actuar; merece resaltarse su generosidad, sobre todo porque es una característica poco practicada y poco común; su generosidad le permitía desprenderse de sí mismo, evitando el poder caer en el egoísmo y facilitándole una mayor intensidad de consideración hacia los demás y, finalmente, haber conseguido la tendencia a saber liberarse de aquello negativo que se va pegando o infiltrando en el fondo subconsciente del yo.

Fue persona notablemente emotiva, con vibraciones a una gama inmensa de sentimientos y de reacciones, pero con la inteligencia de saber actuar y dar siempre una respuesta adecuada según la circunstancias, momento u oportunidad, de tal manera que, en función de esta actitud psíquica, podía quedar a salvo de posibles insidias, engaños o traiciones. Era de conciencia y comportamiento muy honrado y recto, pero no ingenuo o bobachón, ya que por su Espíritu de observación, captación de los detalles, capacidad de reaccionar en los sentimientos según necesidad, seguridad en sí mismo y, de ninguna manera, excesiva condescendencia, le hacían un hombre firme en sus principios, no doblegable ni súcube a la insidia o a los halagos del adulador, en otras palabras, disponía de los suficientes medios de autodefensa para su honorabilidad y rectitud.

Otro signo escritural que aparece con claridad evidencial y que corresponde a lo esencial de la vida del analizado es la modestia. Lo contrario a la modestia es el orgullo, la hinchazón mental, el yo hipertrófico, la egolatría, pero también lo sería el niquilismo, la neurótica autodestrucción o absurda desvaloración del yo. El Papa Luciani fue modesto, con todos los atributos que conlleva esta tendencia. Pero conviene aclarar que este tipo de modestia ni es falsa humildad, ni debilidad humana o social y, ahora añadimos también, que tampoco es muy común. Las excelentes cualidades intelectivas que hemos descrito anteriormente hay que considerarlas en un hombre "modesto" y lejos de las influencias superficiales y de las apariencias vanidosas de una sociedad vacía de valores. El hombre Luciani había arraigado la personalidad y su desarrollo en la esencialidad de la vida, y ‚sta dentro de la justa y adecuada dimensión de la modestia.

Que a veces la modestia pudo haberle llevado a alguna ligera manifestación de timidez, no es imposible, pero la escritura es el intransigente testigo que, como radiografía psíquica, nos habla con autoridad y firmeza, y nos asevera que únicamente en algunos momentos esporádicos, para él muy difíciles, extraños o inesperados, pudo haber sentido como un bloqueamiento o ligera inhibición, pero que, pasados esos momentos, su psique continuaba con entereza, fuerza, energía, superación y vanguardismo, etc. Aún más, el grafismo nos revela que el analizado era también agresivo por reacciones, a veces, fuertes del sentimiento y del sistema nervioso.

Propendía, por tanto, a hipertensión nerviosa, era un radical de su actividad, tanto mental y discursiva como práctica y ejecutiva.
El estudio de la escritura no nos ofrece ningún signo que manifieste insinceridad, falsedad, tortuosidad, ambigüedad, encubrimiento, simulación o engaño.
VOLUNTAD. El grafismo papal es proyectivo de una persona no sólo activa sino din mica, y que encuentra placer en el mismo trabajo; dinamismo emprendedor, de vanguardia...pero con ese componente de la "modestia". Es posible, y subrayamos la palabra, que pudiese sentirse de vez en cuando cansado en sus trabajos o actividades, debido a su capacidad de concentración de la mente por su extraordinario Espíritu de observación y captación del detalle, ya que todo esto conlleva un mayor desgaste del sistema nervioso. No era persona imperiosa, ni actuaba por la exigencia de la autoridad y del mando; su manera de gobernar y de mandar era por el camino de la comprensión, buscando siempre la armonía y la unión en la convivencia. Era constante, perseverante y llevaba a término sus trabajos; a este respecto se movía, incluso, con un grado de ansiedad hasta que no veía cumplidos sus compromisos u obligaciones, en otras palabras, en esos casos se sentía inquieto y ansioso hasta que no se descargaba de los empeños contraídos, y por ahí podría aparentar algo agitado y hasta precipitado, o, como hombre de gobierno, haciendo correr a los que le ayudaban o a sus colaboradores.

Prof. Joaquín Alegret

Documento 4. Coloquio con Diego Lorenzi
EX SECRETARIO DEL PAPA JUAN PABLO I
"El sabio sabe adaptarse a las circunstancias como el agua a la forma del vaso que la contiene" y también, "Los títulos no son sino la decoración de los necios". Don Diego Lorenzi, ex secretario del Papa Luciani, ahora rector de un seminario de la Obra de Don Orione en un pequeño pueblo de la provincia de Venecia, cita estas dos m ximas, leídas casualmente sobre un calendario: la primera se atribuye a un anónimo chino; la segunda, a Federico II de Prusia.

"Muchos querrían hacerme decir que después de la muerte del Papa Luciani he sido puesto aparte, olvidado", explica Don Diego. "Hay quien ha dicho incluso que a estas horas debería ser al menos cardenal. Nada más falso, más extraño a mis verdaderos sentimientos. Si hay una lección que yo he aprendido viviendo, los treinta y tres días de su pontificado, junto a Albino Luciani, es la humildad, la aceptación gozosa y la dependencia continua del designio de Dios sobre cada hombre. ¿Cómo podría no sentirme sereno, satisfecho, teniendo por tarea el ayudar a muchachos de once a catorce años a descubrir o a verificar su propensión al sacerdocio? La gran fe del Papa Luciani me ha enseñado a confiar en la Providencia, en Dios Padre que conduce de la mano a cada una de sus criaturas. Nosotros no debemos sino abrirnos a su llamada, tender el oído a su palabra, a su presencia en el mundo, en nuestra vida. Creo de verdad que si un hombre se pone bajo la luz de Dios avanza r pido, además de tranquilo. En cambio, si pretende ser el único artífice del propio destino ser siempre un hombre torturado, nunca verdaderamente sereno".

Don Diego Lorenzi, hoy treinta nueve años, ha conocido a Albino Luciani cuando aún era Patriarca de Venecia, en febrero de 1976.

"Aquel día vino de visita a la parroquia de Marghera donde yo estaba destinado hacía poco tiempo", cuenta don Diego. "Sabía que en el próximo agosto debía ir a Filadelfia al Congreso Eucarístico: confieso que moría de las ganas de ir yo también y, armado de valor, mientras le acompañaba hasta Venecia en coche le dije textualmente: 'Eminencia, s‚ que en agosto ir a Filadelfia, yo s‚ un poco de inglés, podría ir con usted, aunque nada más sea para llevarle las maletas'. El respondió que la cosa no era imposible y ahí quedó todo. En junio siguiente, después de haber consultado a mi párroco, me propuso ser su secretario a tiempo pleno. Yo no daba crédito a mis oídos y él, avisado por mi entusiasmo, me advirtió: 'Tendrá una vida muy monótona, sus tareas ser n pocas y siempre las mismas', dijo. Me trasladé a Venecia. Cuando fue elegido al solio pontificio exulté: desde nuestro primer encuentro había formulado dentro de mí el augurio de que fuera elegido Papa para que el mundo entero pudiera conocer un hombre verdaderamente bueno. La bondad era el tema sobre el que insistía en las homilías y también en las relaciones personales. Cuando confirmaba o encontraba chicos que seguían el catecismo preguntaba siempre '¿Eres bueno?', nunca '¿Eres inteligente, estudias, amas la cultura?'. Diría que su personalidad estaba perfectamente resumida en la palabra que había elegido para su escudo episcopal: 'humilitas'".

"Por qué, don Diego, todos recuerdan al Papa Luciani como el Papa de la sonrisa?".
"Esta definición, en cierto sentido reductiva, al menos tal y como ha sido usada por algunos, contiene una gran verdad. Luciani sonreía porque era un hombre de gran fe: sonreía a la vida, a la gente. Su dimensión espiritual era ciertamente, además de la humildad, la esperanza. Por esto es absurdo afirmar que ha muerto aplastado por el peso del cargo que se le había confiado. La Iglesia es del Espíritu y él se sentía un humilde vicario de Cristo, no un protagonista, un artífice del destino espiritual del mundo. Su vida estaba al servicio de Dios".

"¿Qué recuerdo conserva usted de él? ¿En qué medida ha incidido profundamente en su vida la figura del Papa Luciani?"
"Ya lo he dicho: la convivencia con él ha sido para mí edificante, me ha hecho crecer espiritualmente: ha sido para mí un ejemplo de total abandono en los brazos de Dios, de bondad y de humildad. Un ejemplo del que yo tenía necesidad como la tenía el mundo, martirizado por la lucha entre hermanos".
"¿El Papa Wojtyla representa una continuidad del pontificado del Papa Luciani?".
"Sobre el plano espiritual ciertamente sí, ningún papa puede contradecir a otro papa, pero humanamente Wojtyla es completamente distinto de Luciani. Quizá el hecho de que proviene de un país oprimido, en el que la libertad del hombre es pisoteada a cada instante, determina la diferencia. Si el Papa Luciani tenía como gran tema la bondad, el Papa Wojtyla no podía tener otro que el de la dignidad y libertad del hombre. Y esta insistencia suya sobre el hombre no es v lida sólo para sus compatriotas, que viven ciertamente una situación más difícil que la nuestra, sino para el mundo entero".

"¿El Papa Luciani le ha aconsejado alguna vez alguna lectura particular? ¿Tenía un autor preferido?"
"Leía mucho, especialmente los clásicos. Se los he visto muchas veces entre las manos y s‚ que releía con gusto I promessi spossi, de Alejandro Manzoni".
Juan Pablo I, a pesar de su brevísimo pontificado, ha quedado en el corazón de la gente. Don Diego Lorenzi conserva en una hojita, que guarda celosamente, el testimonio del afecto del pueblo por su pastor: tras la muerte del pontífice muchos le han escrito cartas conmovedoras, pero un folio, encontrado casualmente por don Diego en el suelo de la plaza de San Pedro, tras los funerales del Papa Luciani, queda como el documento más impresionante de en qué medida el mensaje de bondad de Juan Pablo I había conquistado el corazón de todos. Puede verse en el recuadro adjunto.

Luciana Saibene
POESIA
LA MORTE DE "PAPA GIOVANNI PAOLO PRIMO"
La farce de la morte, a l'improviso,
ha tajato dar campo de la vita,
la pi bella e più bianca margherita,
p'ariportalla sù, ner Paradiso.
'Sto fiore (tutti quanti lo capimo)
sbocciato in de 'sta Sodoma e Gomorra,
se chiamava "GIOVANNI PAOLO PRIMO",
er fiore più giogioso de la forra.
L'ha voluto Gesù, fra li divini,
pe' sarvallo così da la vergogna,
de inzaccherasse in mezzo a 'st'assassini,
fra 'sta città ch'è ormai tutta 'na fogna.
'Sta Capitale, piena de campane,
plaggiata tutta da 'na farsa fede,
co'l'òmo che te uccide come un cane,
se pe' disgrazia j'ai pistato un piede.
Forse, lassù, ner cêlo, assieme a Moro,
fra Papa Giovanni e Paolo Sesto,
Papa Luciani troverà, co' loro,
un eden più pulito e assai più onesto.
E, in mezzo ar Paradiso, fra le stelle,
racconterà a li martiri e a l'eroi
le favole più dorci, le più belle,
le stesse che diceva pure a noi!
E noi, Cristiani, sott'ar Cuppolone,
ricorderemo er vorto Suo cortese,
come 'na grossa bolla de sapone
ch'è durata, purtroppo, solo un mese.

Mario Larini
Roma, venerdì, li 29 settembre 1978
LA MUERTE DEL "PAPA JUAN PABLO PRIMERO"
La daga de la muerte, de improviso,
ha cortado del campo de la vida,
la más bella y más blanca margarita,
para llevarla arriba, al Paraíso.
Esta flor (todo el mundo lo entendemos)
brotada aquí en Sodoma y en Gomorra,
se llamaba "JUAN PABLO, el PRIMERO",
la flor más alegre de la flora.
Le ha querido Jesús con los divinos,
para salvarlo así de la vergüenza
de enfangarse con estos asesinos,
en ciudad donde ahora todo apesta.
Esta Capital, llena de campanas,
infecta toda de una falsa fe,
con hombres que como a un perro te matan,
si por ventura les pisaste un pie.
Quizá allá en el cielo, junto a Moro,
entre el Papa Giovanni y Pablo Sexto,
Papa Luciani encontrar, a su modo,
un edén mucho más limpio y honesto.
Y allá en el Paraíso y entre estrellas, contar
a los mártires y h‚roes
las f bulas más dulces, las más bellas,
las mismas que a nosotros nos dijere!
Y los Cristianos, bajo el Cupulón,
recordaremos Su rostro cortés,
como una gran burbuja de jabón
que duró, por desgracia, sólo un mes.

Mario Larini
Roma, viernes, 29 de septiembre 1978

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