La locura de aparentar una falsa personalidad.
Seguro que alguna vez te has sentido engañado por alguien quien creías que era una persona buena, con unas convicciones morales profundas, para que transcurrido cierto tiempo realmente darte cuenta de la persona que era. Esto es lo que les ha sucedido a muchos residentes de una pequeña localidad situado en un estado al noroeste de estados unidos.
De acuerdo con un artículo publicado en el periódico “The Washington Post” y reproducido posteriormente en el “Kansas City Star”, un hombre de negocios con gran influencia y buen porvenir, fue arrestado cuando se encontraba solo con ropa interior en compañía de una joven mujer que no era su esposa.
El arrestro se produjo tras una larga investigación que condujo a la detención de este hombre y acusarle de haber gastado más de 5 millones de pesetas en sexo con mujeres, mucha de las cuales permanecían en deuda con él por diversos favores. La investigación también dedujo que este lider espiritual estaba al tanto de un fondo que ascendía a 500.000 dólares, destinado a niños con discapacidad mental, dinero que desapareció misteriosamente.
Lo más curioso es que este individuo era considerado como uno de los pilares más importantes de la comunidad. Había sido voluntario en muchos cursos de ayuda y orientación espiritual y ayudó a muchos adolescentes a terminar sus estudios en el instituto. Superficialmente, este hombre de negocios no era solamente un ciudadano modelo, sino alguien profundamente admirado por muchos miembros de la comunidad.
Entonces nos preguntamos cómo es posible que alguien que haya escuchado (o incluso enseñado) la diferencia entre el bien y el mal se encuentre en prisión. Podemos comenzar una larga discusión hacerca de este tema, pero la mejor respuesta a esta cuestión se encuentra en las palabras del rey Salomón: “Como un agua se parece á otra, Así el corazón del hombre al otro”. (Proverbios 27:19)
Es interesante señalar como Salomón, considerado por la Biblia como el hombre más sabio de la Tierra, se centrara en el corazón y no en la mente. Hay una buena explicación a esto: Nuestras mentes pueden conocer la verdad, pero si nuestros corazones no lo han asimilado, si emocionalmente no logramos o rechazamos que intelectualmente sabemos ser verdaderos, la maldad puede aparecer en nuestras vidas. Exteriormente podemos actuar correctamente, pero seguiremos viviendo una doble vida de la que nadie es consciente, hasta que al final se nos pille actuando malevomante.
La integridad no es un interruptor que se puede conectar y desconectar en función de las circunstancias que puedan parecer convenientes o incluso oportunas. Tener integridad y hacer uso de ella exigen tener el mismo comportamiento en la privacidad (cuando nadie nos ve) que en ante el público (cuando todos los ojos apuntan a nosotros).
Cortesía de Marco Antonio Guízar Ponce -
No hay comentarios:
Publicar un comentario