Perversidad 6 Mayo 09
Alfonso Ussia
No se conoce un plan más perverso que el de los asesinos de Marta del Castillo. Parecen profesionales de una muy bien organizada mafia juvenil. El juez ha imputado ahora a la novia del hermano del criminal confeso. Todos estaban en la pomada y todos ahora, en la mentira, la rectificación, el engaño y la ignominia.
Se están riendo de la Justicia y de los investigadores. Se están riendo de los padres desolados de una niña asesinada por ellos. Se están riendo de una sociedad que no concibe el mantenimiento de las mentiras pactadas entre unos y otros para que no aparezca el cadáver de la desdichada Marta.
Entiendo que los derechos de los acusados tienen que ser respetados, pero de ahí a los mimos media largo trecho. Nada es casual. Este grupo de forajidos sevillanos es consecuencia de la permisividad moderna en un sistema educativo nefasto.
No pueden ser libres quienes no respetan la libertad de los demás. Pero lo que me asombra de este quinteto de malnacidos es su frialdad. Ninguno de ellos ha pensado, o se ha horrorizado al pensar, que el único consuelo que les queda a los padres y familiares de Marta del Castillo es el de encontrar los restos mortales de su niña muerta. Muerta por ellos. Por los que la mataron físicamente y por los que estuvieron presentes en el lugar del crimen.
Estos profesionales del horror y la mentira son jovencísimos. Uno de ellos, pedazo de hijoputa como el resto -nada tienen que ver aquí sus madres-, no ha alcanzado todavía la mayoría de edad. Y se comporta, y se comportan, con una frialdad medida y pactada, que nadie, hasta el momento, ha logrado agrietar.
Ha fracasado en esta ocasión el bellísimo logro de los Derechos Humanos. Ellos asesinaron a Marta, pero los que creemos en la Justicia velamos para que nadie abuse de su indefensión de presos preventivos. La indignación alienta la barbarie. Dan ganas de entrar en donde ellos aguardan la limpieza de la Justicia y liarse a mamporros con los gélidos salvajes. Pero seríamos como ellos, y ese detalle nos lleva a conservar una serenidad que sólo tenemos los que no conocimos a la niña asesinada. Porque de ser el padre, o la madre, o los abuelos de Marta, otros serían nuestros deseos.
Resulta intolerable, además, que novias y madres de novias, hayan paseado su desvergüenza por los platós de las cadenas de televisión afines al asco, y cobrando unos suculentos talones por extender aún más la confusión. Y que la novia que fue acompañada por su madre, una gorda muy ordinaria, haya sido amparada por la propia Justicia por ser menor de edad, e indemnizada por ello. ¿Menor de edad o golfa en trance de cumplir los dieciocho años? ¿Hasta dónde puede llegar el pasmoso papanatismo de un sistema que protege a estos cotillas y aprovechados?
En el fondo de todo ello, de este juego en el que se mueven entre los focos decenas de miles de euros, hay una niña muerta que no puede decir dónde está para que sus padres, al fin, alivien su infinita tristeza. Y hay cinco seres perversos, jóvenes y fríos, que abusaron de Marta, la torturaron, la asesinaron y ahora esperan entre sonrisas y engaños su cita con la Justicia.
Una cita, que sin el cadáver de Marta, les puede resultar hasta beneficiosa. Sangrientos cerdos.
2 comentarios:
La verdad....en este caso,Boira sabes que te doy la razón,pero ahora mismo se me parece mucho a otro caso ...una cosa esta clara,la niña no aparece y los padre lo sufren.
Que son de lo peor,seguro que fríos calculadores,lo que digamos es poco...
Que unos monigotes se esten riendo de la justicia y aumentando el dolor de la familia es algo terrible y que la justicia no debia consentir bajo ningun concepto
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